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SEPTIEMBRE 29, 2018 POR: Columnista Invitado EDICIÓN No. 22

Yo también tuve miedo a ser nudista

FOTO: Internet

Por: Kika

La libertad del ser humano puede estar en hechos simples, aun cuando nos neguemos a verlos o a vivirlos, ya sea por temor o por costumbre.
En un país como Colombia en el que la religión cobra gran importancia y hemos sido formados entre costumbres, preceptos y prejuicios sociales, también construimos prejuicios y temores propios. Las mujeres, por ejemplo, somos críticas fuertes de nosotras mismas, de nuestros cuerpos, del gordito que se asoma o el que está por asomarse (sí, esos que si no se tienen parece que uno se los imagina o los llama con el pensamiento).

¿Cómo soy yo?, simple, una mujer con deseos, aspiraciones y ganas de vivir la vida, pero bien vivida, gozada. Estoy en mis 30´s, no tengo cuerpo de modelo, soy bajita, dentro del promedio colombiano, 1.50 mts., con algo de sobrepeso que solo con ejercicio y buena alimentación podré controlar pues llevo un buen tiempo peleando contra el hipotiroidismo, así que pensar en hacer parte de un grupo naturista no fue algo que surgió de la noche a la mañana y que en el primer intento de mi esposo por invitarme a una actividad naturista haya respondido con un ¡Sí, Claro!, me encantaría! (se entiende la ironía, ¿no?), sin sentir temor, nervios y traer a mi mente todos los prejuicios y temores que se forman en ti, como persona, y más como mujer, porque nos guiamos con preceptos de belleza que están lejos de la realidad de una vida normal.

El inicio

Recuerdo que mi esposo ya me había hecho la propuesta varias veces para disfrutar del naturismo en un espacio diferente al de nuestro hogar (si usted no disfruta estar desnudo en su casa ya sea sola o en pareja, no sabe lo que se pierde), ahora bien, “varias” se traducen en al menos dos años invitándome a participar en alguna de las actividades: sesión de masajes, la sesión de fotos con Spencer Tunick, actividades en parejas, pero nada me convencía, nada me animaba a luchar contra mis temores internos, esos que en mi cabeza decían “Me van a ver las tetas, el gordito del abdomen, las estrías en las nalgas y debajo de la cintura, las marcas en las piernas y ay no, la celulitis”, además de un pensamiento recurrente respecto a si eso estaría bien.

La experiencia

Aunque había sentido el arrebato de aceptar ir a la sesión de fotografía con Spencer Tunick, una situación de la naturaleza femenina me lo impidió… o pensé mejor que me había salvado la campana, después de todo tal vez dar un brinco tan grande en ese momento no hubiera sido la mejor idea: el pánico escénico, culillo, cuchi cuchi o como quieran llamarlo, estaban presentes y muy vivos en mí.

Finalmente acepté una de las invitaciones de mi esposo, así como cuando uno siente un impulso de “me arriesgo ahora o nunca”. ¿Cuándo?, un viernes en la noche, después de la oficina. ¿Dónde?, Bogotá. ¿Qué actividad?, sesión de Yoga al desnudo para principiantes. ¿Con quién?, mi esposo y cuatro personas a quienes no había visto antes, todos hombres, las únicas mujeres presentes éramos la profesora y yo.

La experiencia resultó más que agradable, fue totalmente satisfactoria, liberadora, entretenida y saludable. La profesora, una persona muy amable, logró ganar mi confianza y me generó un sentimiento de paz antes de iniciar la sesión. Ya que yo era la única mujer participando de la actividad, y que además era nueva, sentía que mi corazón me latía a mil, como si fuera a salir de mi pecho. El tono tranquilo de Lorelei iba dando las pautas para “vivir” de la mejor manera la experiencia. En mi mente me decía una y otra vez “respira hondo, sigue las instrucciones, sin nervios, sin angustias”. Y es que no es fácil tomar la decisión sobre todo al ver que la participación de las mujeres es tan baja. No se imaginan de lo que nos perdemos.

Ahora bien, la sesión avanzaba y la ropa caía poco a poco, suave, sin afanes, sin preocupaciones y sin temores. Los ojos cerrados daban tranquilidad, al principio si los abrías solo te encontrabas con la pared.

Cuando estuvimos de frente unos con otros surgió la curiosidad, y no está mal, somos seres humanos, y adivinen son solo cuerpos, perfectos cada uno en su mundo, en el mundo de cada persona.

Seamos honestos no todos pueden tener cuerpo de modelo y de llegar a tenerlo requiere de dedicación y sacrificio, si usted disfruta de la vida lidiando entre las ocupaciones del trabajo, el hogar, el estudio, difícilmente logra sacar el tiempo para concentrarse en trabajar para tener un cuerpo que cumpla con los estándares de belleza que impone la sociedad.

La sesión de yoga me sirvió para liberarme y perder el miedo, para poco a poco vencer temores y para disfrutar de mi cuerpo, además de hacer un ejercicio diferente y con personas que son una gran compañía.

Me sentí tan libre, feliz, orgullosa y hermosa que no tuve temor en contarle a algunas de mis amigas, quién quita que quizás se animaran. Las reacciones fueron variadas, entre quienes dijeron “¡Súper, debe ser delicioso!” Hasta quienes con una risa nerviosa respondían algo como “jejejeje, huy sí debe ser rico, ehhh, jejejeje, jajajajaja, pero pero, no sé, no sé, más adelante tal vez”.

¿Y después qué?

Quedé con ganas de más. ¡Sí, así fue y así es!

Volvimos un par de veces a las clases, nos integramos más con el grupo y hemos compartido con ellos un par de paseos nudistas. Paseos de sol, piscina, buena compañía, buenos juegos y buenas charlas.

Entre juegos de mesa, juegos en la piscina, taller de masajes o incluso deportes en grupo, he pasado algunos de los mejores fines de semana, que en la noche pueden ser rematados con sesiones de karaoke, baile o teatro.

Ay mujeres, y adivinen, lo que muchas querrían o quieren, un bronceado sin marcas, ¡parejito y hermoso!

Se ama la vida así al natural, se van dejando los complejos de lado. Hoy me aceptó y me amo aún más como soy. Y si quiero verme o sentirme mejor es más por un tema de salud que de vanidad.

En el grupo nudista me encontré con un grupo de gente maravillosa, amable, atenta y que a diferencia de las personas con quienes compartes en el día a día, que parecen tener una máscara según su trabajo o su papel diario, las ves claras como el agua. Sientes que el hecho de compartir desnudos ya libera algunos aspectos del ser. Que no hay mentiras ni engaños, a fin de cuentas, la piel ya está libre a los ojos de todos, ¿qué más podrías ocultar?

Por último, las mujeres somos más, debemos ser capaces de disfrutar nuestro cuerpo al desnudo, al natural, libres de cualquier temor, simplemente porque somos hermosas.

REVISTA EROTIK


1 COMENTARIOS

  • Alberto   

    Excelente articulo, que sirva de inspiracion para muchos relajarse y disfrutar de algo tan natural y que es bien cierto: el grupo nudista me encontré con un grupo de gente maravillosa, amable, atenta y que a diferencia de las personas con quienes compartes en el día a día, que parecen tener una máscara según su trabajo o su papel diario, las ves claras como el agua. Sientes que el hecho de compartir desnudos ya libera algunos aspectos del ser. Que no hay mentiras ni engaños, a fin de cuentas, la piel ya está libre a los ojos de todos, ¿qué más podrías ocultar?

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