SEPTIEMBRE 05, 2018 POR: Columnista Invitado BLOG
El espíritu erótico de las deidades cotidianas
POR: Manuel Romero Ochoa | Artista plástico | Edición 6
Las formas místicas muy comunes en este nuestro entorno se dispersan de generación en generación, son tantas que algunas de ellas se pierden en el camino de los tiempos que implacable las devora y desaparece sin dejar rastro en el abismo del olvido. En casos distintos se mantienen incombustibles negándose a morir tal vez alimentadas por factores culturales que mantiene tradicionales por su naturaleza puramente ritual. Estas formas irremediablemente se mutan, se deforman, se transforman evolucionan muy arraigadas a culturas cambiantes de tiempos modernos y tal vez… muy contemporáneos.
Esas deidades traducidas en personajes míticos, místicos y religiosos que casi todos conocemos son siempre de misteriosa procedencia ya que el origen mítico que las rodea siempre mantiene algunos misterios ocultos .Todas esas formas guardan en nosotros cantidades de información, que sin querer generan diálogos internos: un eterno juego con nuestros temores ,tabúes y misterios personales, involucrando nuestras vidas en un colosal debatir inconsciente de lucha entre conceptos del bien y el mal, de lo mundano y lo pagano, de lo claro y lo oscuro de lo bello y lo grotesco.
Sin querer entonces, no podemos escapar a toda esta riqueza iconográfica herencia de nuestros antepasados, y aunque no estemos muy relacionados con toda esa mítica realidad inconsciente tal vez por el tránsito de la vida tan saturada que llevamos por estos tiempos podemos deducir que encierran ese aspecto de tabú de creciente e inevitable sensualidad y si se quiere obvia sexualidad.
Estas misteriosas y atemorizantes imágenes no dejan siempre de asombrar pues su carga
simbólica es tan grande que de alguna manera sentimos su enigmática y magnética presencia, y es así que su atracción visual sacude nuestro interior y provoca cierta atención y detenimiento dejando un sentimiento de misterio algo perturbador pues de hecho lo erótico literal choca sin querer sobre la cultura moralista, provocando cierto rechazo de tendiente espíritu censurable y pecaminoso.
Todo ello nos atrapa y fascina sin remedio, como si en nuestro interior algo explotara sorpresivamente, y esas imágenes místicas y extrañas nos poseyeran y luego se prolongaran infinitamente para alimentarse de algo que no entendemos pero que sucede muy dentro de nuestra insaciable curiosidad. Toda esa imaginación recogida de nuestro entorno cotidiano genera más preguntas que respuestas.
Entonces algunas veces pensamos que toda esa información fantástica o sagrada de alguna manera no se puede desprender de lo erótico que curiosamente atrae y se condiciona en reglas estéticas para sobrellevar toda definición incomoda tendiente a la mojigatería y escándalo social.
Al final reaccionamos de manera más bien tranquila y acogemos todo este tipo de expresión pictórica traduciéndolo como un hecho cotidiano dentro de su parte estética y su nivel cultural .Esto se convierte al final en todo un sentimiento de disfrute poético que recogemos en muchas ocasiones inconscientemente del trasegar visual citadino, de su inevitable imaginería universal y de su atrayente poder escondido el cual genera cierto inevitable placer de pura contemplación por toda manifestación artística de sarcasmo picante algo religioso.
Estas formas se dejan ver en pinturas y dibujos recogidos de algunas culturas influyentes de todos lados del planeta junto con su explicita carga sensual, y como todo disfrute visual tal vez ponemos el dedo en la llaga reinterpretando y siendo consecuentes con el espíritu poético del erotismo que no es más que la traducción del amor desde lo espiritual sentimental y físico, muy consecuentes a toda actual idiosincrasia y toda mística tradición moderna.
Pinturas y dibujos recrean de manera algo cómica, algo divertida o de pronto sarcástica ese entorno mágico que sin querer nos envuelve, nos conecta con alguna dimensión desconocida y siempre nos atrapa llevándonos aún más a ese fascinante mundo de las deidades cotidianas y su inherente erotismo.
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